Entre la hondura de la vigilia
el firmamento está roto
por una esfera ahumada.
Purga el viento crispado
una sobrevivencia
al lado del hilván de oro poblado.
Rememora una conciliación antigua
que se derrumba por la esquina
a menos de callar,
a rompeonda de precio noble.
ENRIQUE RODRIGUEZ,
MARZO DE 2009.-
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